La fotografía digital ha modificado la manera de mirar el mundo.
La tecnología digital ha cambiado las cámaras y el papel social de la fotografía, multiplicando el volumen de imágenes que consumimos y ampliando el número de usuarios. Los nuevos fotógrafos, que ya no encajan con el anterior perfil de aficionado a la fotografía, conviven con hechos impensables poco tiempo atrás, como los móviles con cámara o que el álbum familiar esté ahora en el ordenador, en internet o en un marco digital que combina cientos de imágenes.
El salón Sonimagfoto, que empieza en Barcelona, ofrece una buena oportunidad para conocer las últimas novedades en este terreno y valorar la revolución que ha significado esta nueva manera de hacer fotos, también plantea incógnitas. Una de ellas, la reconversión de miles de tiendas de barrio que sufren el bajón del carrete y del papel y que buscan nuevos servicios para sobrevivir.
"Para el usuario, la facilidad de uso y la democratización son los rasgos principales de la fotografía digital. Son los elementos que la han convertido en un juguete para todos los públicos", explica Romà Gubern, catedrático de Comunicación Audiovisual en la Universitat Autònoma (UAB). "Antes la fotografía era una actividad técnica que estaba en manos de expertos. Ahora se ha ampliado su público y se ha trivializado. Esto no es bueno ni malo; es diferente. Hay cosas positivas, como que cualquiera puede captar algo que tenga interés y publicarlo en internet. Y cosas negativas, y paradójicas, como la pérdida del valor testimonial que la fotografía tenía como documento. Con programas como el Photoshop es casi imposible ver los retoques, y se hace más difícil creer en una imagen"
La fotografía es considerada una de las actividades
artísticas más importantes del ser humano y su relevancia tiene que ver con
muchos factores que benefician tanto al que la lleva adelante como a quien
actúa como público de sus obras. La fotografía es tal vez una de las últimas
artes en desarrollarse ya que, a diferencia de la pintura, la escultura, la
música, la arquitectura o la literatura, no existió como tal hasta fines del
siglo XIX cuando comenzaron a crearse los primeros formatos de fotografía
primitiva.
En el mundo actual, la fotografía sufre un fenómeno no
lejano al que Benjamin experimentó. Hoy en día la tecnología permite no sólo la
reproducción perfecta de una obra original; sino que la popularidad de la
fotografía y la democratización de las cámaras fotográficas, permiten crear
fotografías originales que repiten otras fotografías.
En su momento los grandes fotógrafos como Cartier-Bresson
recorrían las calles en busca de la imagen única. Hoy encontramos en miles de
ejemplos de fotografías callejeras ecos y similitudes a las de Cartier-Bresson
que no por eso dejan de ser originales.
Hoy en día es posible copiar una fotografía y al mimo tiempo
ser el autor verdadero de esta imagen y en ocasiones sin un propósito objetivo
de plagio. Al mismo tiempo ocurre que algunas ideas visuales, técnicas y
temáticas aparecen repetidos con cierta constancia en nuestros feeds de
fotografías, en los blogs que visitamos o las galerías de amigos
Es verdad que los fotógrafos con más éxito son aquellos que
consiguen una muestra original y auténtica, siendo cada vez mayor el reto para
encontrar la idea única. Pero al mismo tiempo entre nuestros fotógrafos
favoritos también estarán aquellos que traen a nuestra presencia imágenes
familiares y repetidas, pero no por eso menos hermosas.
Pero esto va un paso más allá. El fotógrafo que ha
conseguido una imagen única, encontrará admiradores y fans que intentarán
emularla, usando las técnicas e ideas novedosas que puede haber creado este
fotógrafo, llevando sus ideas hacia otros rumbos que este no se había
planteado.
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